De La Patagonia Argentina Al Mundo
Por Hugo Lagar
Imágenes: Gentileza De Plesiosaurio.
Oriundos
de la Patagonia (Ciudad de Bariloche, Provincia de Río Negro) pero ahora con
base de operaciones en Buenos Aires, hoy tengo el agrado de presentarles a
PLESIOSAURIO. Una joven banda que va mucho más allá del rock, en formato
cuarteto, desde el año 2010, con influencias literarias y de la música de
bandas de rock de las décadas de 1960 y 1970; autodefinida como que “hace música
para un público en peligro de extinción”. Actualmente está integrada por
los fundadores Juan Junqueras (Voz y guitarras)
y Javier Roulet (Piano y teclados) junto a Miguel Rivera López (Bajo,
ocasionalmente aporta guitarra acústica y teclados) y Juan Pablo Sosa (Voz,
batería, percusión y flauta traversa). Es curiosa la manera que uno conoce a
la banda: ¡A través de un mensaje privado en el Perfil Facebook de Los
Especiales del Guardián de los Cielos!. Juan Pablo me escribe a raíz de su
toma de conocimiento e interés por lo que hacemos; a la par que comenta la
existencia del grupo y su música. Nos contactamos, ofrece enviarme el flamante
álbum “El Cuento de las Manos Heladas” en formato digital y quedamos en
comunicarnos nuevamente. Una mañana puse el álbum en mi reproductor mp3, en
mis acostumbradas caminatas aeróbicas, y me dispuse a escucharlo. Me encantó!!!.
Principalmente, por su decisión estilística de profundizar una particular década,
que transcurrió entre mediados de los Sesentas y Setentas (1965-1975). Los
invité a sumarse al programa radial, con una emisión… que –por orden
cronológico- termina siendo la Nº 100. Una emisión de celebración, por
cierto. Y para reforzar la emisión, les propuse este Reportaje Escrito, que
tiene por finalidad profundizar aún más el conocimiento del grupo, “en sus
propias palabras”. ¡Y vaya que lo logran! Veintiún páginas. Señoras y señores,
con Uds. Plesiosaurio.
1.- ¿Cómo y cuándo nace esta
banda?
Javier: Bueno, nació de a poquito diría yo. Juan y yo éramos
compañeros de escuela en Bariloche, pero recién empezamos a tocar juntos a los
18, cuando vinimos a estudiar a Buenos Aires. Año 2010. Hicimos algunos covers
con distintos amigos de Bariloche, hasta que unos meses después se estabilizó
la formación: Marcos Raviolo en bajo, Santiago Vaquero en batería, y Juan en
guitarra y yo en piano.
Desde
el principio empezamos a componer también. Era bastante rara la dinámica de la
banda porque no podíamos ensayar la mayor parte del año: Marcos estaba en
Bariloche y Santiago no tenía batería acá... así que, en realidad, nos la
pasábamos componiendo. Teníamos muchos más temas compuestos que ensayados. Y
en los veranos, coincidíamos todos en Bariloche con un montón de material
nuevo. Así que ahí nomás dejamos de hacer covers porque no teníamos tiempo
ni de ensayar nuestros temas.
2.- ¿La formación es la
original o ya hubo varios cambios de integrantes?
Juan: Se podría decir que la primer formación que tuvo la
banda fuimos Rouli (Javi) y yo; cuando empezamos a tocar juntos y a componer
nuestros temas. Después se sumaron Marquitos y Santu (en bajo y en batería),
pero -como decía Rouli- la dinámica era extraña e inestable. Después
llegaron Juanpa y Migue, con quienes se logró la formación actual.
Javier: Sí, y la verdad que tuvimos mucha suerte de encajar
tan bien pues prácticamente no nos conocíamos desde antes. Me acuerdo del
primer ensayo, yo había llevado los temas escritos, pero no teníamos nada
preparado... al final terminamos zapando con Tarkus.
3.- Tras escuchar su música,
queda claro que vuestra propuesta se sitúa en una etapa que transcurre
–digamos- entre 1965 y 1975… ¿O me equivoco?
Juan
Pablo: Nos podríamos
pasar horas hablando de distintas músicas que nos gustan por diferentes
motivos. Los cuatros somos bastante megalómanos, y esta afición por escuchar músicas
provenientes de distintas épocas y geografías, generadas desde las necesidades
más diversas, está siempre presente como un bálsamo en el tintero de la
banda, en tanto y en cuanto nos mantiene bastante inquietos a la hora de
sentarnos a componer.
Ahora
bien, creo que ese período que vos marcas, de 1965-1975, es el más influyente,
en tanto nos nuclea a los cuatro como banda de rock. El sonido, las estructuras
de los discos, el arte visual y cierto espíritu de búsqueda que -según
entendemos- se dio en esa época como no se volvió a dar jamás (en el rock al
menos), nos resulta muy atractivo a nosotros que nacimos varias décadas después.
Supongo que en esas músicas el rock, al adoptar ciertas idiosincrasias que poco
y nada tenían que ver con su origen, fue ganando una libertad creativa, musical
e intelectualmente; que es lo que nosotros buscamos. Algunos encuentran ese tipo
de libertad en el jazz, o en determinadas formas de la música contemporánea.
Creo que, como crecimos escuchando esa música (el sinfónico, el folk, la fusión
con el jazz, el rock más pesado y el hard blues, la psicodelia y las fantasías
pop, el krautrock con su música espacial y sus discípulos de Stockhausen,
nuestro propio rock nacional y su maravillosa tríada Almendra- Pescado-
Invisible, y tantas otras categorías vacías al fin), y crecimos enamorados del
rock de aquellos años, siempre quisimos tener una banda donde pudiéramos hacer
eso, a nuestra forma. Personalmente, con respecto a nuestras influencias, pienso
que Plesio es un ajuste de cuentas.
Juan: Yo creo -como dice Juanpa- que éste período es el
punto común entre los gustos de quienes integramos la banda y del cual nos
influenciamos enormemente. Pero no diría que tenemos una propuesta musical que
pretenda ser de esos años, ni para esos años. Si pretendiese ser de una época,
creo yo que sería de ésta, la que nos toca vivir. Lo que creo que hacemos es
darnos libertad de explorar nuestra música a medida que la creamos y al ser éste
período musical (1965-1975), un denominador común entre nosotros, nos vemos
influenciados fuertemente por el estilo de la época.
4.- En parte, consecuencia del
interrogante previo: ¿De qué influencias musicales se nutre cada uno de sus músicos
y por qué?
Miguel: Cada uno de los integrantes de Plesiosaurio le aporta
algo distinto a nivel “influencias”. En mi opinión, es eso lo que le da
variedad y hace que esté buena la música: es levantar un edificio y usar como
cimientos desde Crimson, Floyd, Yes
y Zappa hasta bandas de jazz o de otras influencias. En mi caso, el primer
contacto con la música fue con clásicos: Bach, Beethoven, Mozart, Vivaldi, etcétera,
que es lo que se escuchaba en mi casa.
Javier: Todos venimos de palos distintos de la música y
terminamos confluyendo en la misma banda. Creo que es una de las mejores cosas
que tiene Plesiosaurio, naturalmente surgen muchos ambientes distintos, ideas
nuevas y estamos siempre adaptándonos y aprendiendo de los demás.
Juan
Pablo: Sí, a mí
por ejemplo, siempre me gustó mucho el jazz y toqué en varias bandas de jazz.
Pero al mismo tiempo crecí también escuchando bandas como Floyd, Los Beatles,
Zeppelin, The Who, y creo que mi aporte desde la batería pone en conjunción un
poco de todo esto. Además siempre fui medio enfermito del progre; y, más allá
de compartir con los chicos un gran aprecio por un centenar de bandas del palo,
creo que bandas como Genesis (con Gabriel), el Crimson de los primeros años,
Van Der Graaf, Jethro, Pescado, Invisible, son algunos exponentes que traté de
poner arriba de la mesa a la hora de las influencias de la banda, entre muchas
otras. También bandas actuales como Temples o Tame Impala surtieron algún
efecto desde mi lado.
Juan: Mis primeros recuerdos de la música son de mi abuelo
tocando tango en su piano de pared o mi bisabuela tocando canciones galesas en
la harmónica. En mi casa se escuchaba de todo, desde folcklore a clásica, new
age, rock, música de películas, cualquier cosa y sin ningún miramiento para
alternar entre un estilo y otro. Después llegó la guitarra, no diría nunca
que vengo de tal palo o de tal otro, porque lo que hacía simplemente era tocar
lo que me gustaba, sin estar pensando “esto es rock, si quiero tocar la
guitarra, tengo que tocarlo; esto es folk, mejor toco otra cosa”. Más tarde
me metí más de lleno en estilos como blues, clásica, jazz, algunas cosas de
country y varios más. Creo que siempre ver un estilo nuevo nutre bastante el
acercamiento al instrumento y lo que tiene Pleiso de bueno en particular es que
nos permite volcar todo el bagaje estilístico que nos permitamos. Si tuviese
que definirme, sin duda el progresivo sería uno de mis géneros preferidos; el
cual fui descubriendo con bandas como King Crimson, Yes y Pink Floyd.
Javier: Antes de formar la banda yo estudié muchos años música
clásica, recién hacia el final mechando un poco de música popular: rock,
tango... Mi primer influencia importante para ese lado fue Charly García. Y al
rock progresivo fui entrando más tarde, sobre todo a través de Jethro Tull y
Yes. Creo que es el género ideal para englobar las distintas influencias que
tenemos los cuatro. Y bueno, después Juanpa me mostró Van der Graaf Generator,
y cada vez más se fueron enturbiando las armonías de los temas...
Miguel: Admito que, a partir de que Juanpa nos mostró Van der
Graaf, se enturbiaron las cosas (risas). Es música oscura pero, para mí, muy
significativa, a la vez cerebral y emocionante. En términos generales, toda música
que esté bien hecha me provoca algo muy particular e intento recrear esa
sensación componiendo yo mismo esa música.
Juan Pablo: Creo
que de a poco, lo hayamos querido así o no, en Plesio se empezó a dar una
libertad creativa en lo
composicional, la cual nos otorga una gran libertad de ejecución de nuestros
instrumentos. Los distintos espacios en la música, que no debe tocarse siempre
igual, me permiten a mí por ejemplo anteponer una intención jazzística desde
la batería a la interpretación de las canciones, en una banda en la que
indiscutiblemente, antes de hablar de nada, hacemos o intentamos hacer rock.
Para sintetizar el espíritu de lo que trato de hacer en Plesio, tomo prestadas
las palabras de Robert Wyatt: “por más que toques en una banda de rock no podés
pretender que nunca escuchaste a Elvin Jones”.
5.- Sin embargo, en el
tratamiento que le dan a la voz, me recuerdan mucho a Nito Mestre, a Sui
Generis, al Rock Argentino de aquella etapa…
Juan
Pablo: Puede ser. Más
de una vez me han dicho que canto parecido a Nito. Creo que es porque tengo una
voz más o menos aguda y clara. Spinetta también me gusta mucho y me es muy
influyente, aunque te confieso que me gustaría cantar como Hammill…
Miguel: ¡Esa referencia nos la hacen siempre! Especialmente
creo que Juanpa canta como Nito Mestre en Buenas Noches Luna y en Al Cielo con
Crayones, que son los dos temas más tranquis, más Sui Géneris.
6.- Antes del primer álbum,
Ustedes grabaron un E.P. ¿Cómo ha sido eso?
Javier: Sí, eso fue con la primera formación, el último
verano que tocamos juntos. Por suerte pudimos grabar dos temas de esa época,
“El Martillar del Reptil Gigante” y “El Niño del Bosque”. Aprendimos
bastante, era la primera vez que yo entraba a un estudio de grabación. Creo que
fue un lindo trabajo.
7.- Vayamos a su primer álbum,
“El Cuento de las Manos Heladas”, y con varios interrogantes:
7.a.- ¿Cómo ha sido su
proceso de composición? ¿Trabajaron sobre un concepto en particular, que luego
se desarrollará a lo largo? ¿o se trata de canciones con individualidad?
Juan
Pablo: La composición
en Plesio es un proceso colectivo. Desde que Migue y yo entramos a la banda
empezamos a aportar con ideas, y todos, los cuatro, siempre estuvimos muy
atentos a nuestras influencias. La mayor parte de las composiciones son de Juan
o de Rouli, pero Migue y yo también compusimos varias partes. Además Migue
toca muy bien la guitarra y el piano, así que siempre estuvo presente en los
arreglos. Por mi parte, me ocupé de componer algunas de las melodías, ya que
después tendría que cantarlas, o tocarlas en la flauta. Y una vez que era
presentada la nueva composición, todos sugeríamos cómo utilizarla y qué
agregar, en términos de armonía, instrumentación, intensidad, y afines; y
también qué quitar (siempre una difícil decisión) y cómo debíamos tocarla.
Cada uno, desde su instrumento, se ocupaba de proponer la forma más interesante
de aprovechar una composición. Hubo mucho ensayo y error. Rouli decía que una
vez que se pone algo arriba de la mesa, pasa a ser propiedad de Plesio. Y esa es
la premisa sobre la cual se construyó el disco, desde la puesta en práctica,
desde el enamoramiento ante el hallazgo de lo asombrosamente nuestro, y el
abandono de lo que nunca vería la luz; pero siempre como un viaje de los
cuatro.
Javier: Sí, eso es muy importante y me parece buenísimo. Los
temas de Plesio quedan mucho mejor que las ideas originales que traemos,
porque siempre participamos todos. También, como parte de eso, tenemos temas
bastante largos... Empezamos con una idea, y para el siguiente ensayo capaz
caemos con cuatro maneras distintas de seguirla. Entonces tenemos que ver cómo
conectamos esas ideas, armar puentes. Y eso se va desarrollando hasta que se
forma una estructura que nos gusta a todos, con material de los cuatro.
Juan
Pablo: Empezamos a
trabajar en el material del disco a mediados de 2013. La idea era hacer un EP,
de corta duración, que fuera un registro de lo que veníamos haciendo. Poco a
poco empezaron a surgir ideas nuevas, y empezamos a componer cosas desde cero.
Para fines de 2013 ya sabíamos que el disco iba a ser largo.
Rouli
y Juan tenían una historia, que venían desarrollando con la idea de hacer un
disco conceptual. Era una suerte de fábula, en la cual se narraba la historia
de un mundo antiguo en donde los hombres van en busca del sol perdido, recobrándolo
al final. Siglos después, una enorme nube irrumpe envolviendo a la tierra en
tinieblas, y los hombres envían un cohete al espacio para volver a ver el sol.
En
sí la idea inicial nos pareció interesante. Me parecía que era sugestiva, que
poseía ese “sentido de la maravilla” del que se habla cuando se habla de
ciencia ficción, y tenía también su cuota de inocencia, de un fantástico
absurdismo infantil que rompería con la idea de la banda de rock progresivo que
canta desde la mítica grandilocuencia y la eclesiástica solemnidad.
Al
principio nos apegábamos a la historia al pie de la letra, pero en un
determinado momento nos dimos cuenta de que sería más interesante no contar
una historia de tipo lineal, sino que podríamos enriquecer conceptualmente el
contenido del disco con paisajes descriptivos, una letra más hermética,
buscando la introspección como motor generador de la letra y la música. En ese
sentido, creo que nos fueron muy influyentes algunos discos conceptuales como Sgt.
Pepper´s de los Beatles, o Thick
as a Brick de Jethro, en los cuales no hay una historia definida, sino que
el concepto surge del propio entramado de los acontecimientos.
Con
lo cual la historia inicial siempre la tuvimos presente, pero siempre fue más
como un tipo de guía a la cual aferrarnos en la oscuridad, puertas adentro; una
excusa que se transformó en punto de partida de nuestro viaje, sin saber a dónde
terminaríamos. Y no era lo importante encontrar las palabras para ilustrar un
concepto, sino que lo interesante era construir las conceptualizaciones a partir
de las ideas que surgían.
Con
lo cual “El cuento de las manos
heladas” es un disco de concepto “roto”, donde no hay una linealidad
argumental que hilvane necesariamente todos los cortes del álbum, sino que el
mismo está atravesado por un cúmulo de sensaciones que se van haciendo
reconocibles, por medio de constantes recapitulaciones musicales, y un entramado
literario que sugiere la interconexión de los distintos cortes, sin condenarlos
a permanecer juntos eternamente.
Juan: Por mi parte creo que el argumento que amalgama al álbum,
existe y es algo que se trabajó mucho. Si bien es cierto que fue modificado
todas las veces que fueron necesarias, mantuvo la estructura principal de ser un
disco dividido en tres grandes partes: el pasado, presente y futuro de una gran
sociedad, teniendo como eje central la relación del hombre y la naturaleza. En
un principio optamos por presentar la línea argumental de forma explícita y
completa, pero más tarde pensamos que sería más rico el acercamiento al
concepto de forma sugerida y fragmentada. Esto, además permite que el público
pueda realizar su propia interpretación del disco.
Juan Pablo: Las canciones gozan de individualidad, y las hemos tocado
en vivo en distintos órdenes y de forma autónoma. Y a su vez las seis
canciones conforman una historia que se entrelaza y da cuenta de una serie de
visiones del mundo que quedaron plasmadas en el disco.
Elegimos
empezar con “El viejo mundo”, que es como una pequeña obertura a cargo de
un juglar, o un abuelo (de los círculos místicos) que le cuenta a su nieto la
historia de los hombres del viejo mundo, que abandonan el bosque para ir en
busca del sol que se había ocultado, y lo encuentran en el fin del mundo. Nos
pareció que sería mejor empezar el disco sencillamente, sin grandes
introducciones, y teníamos este tema acústico y modesto que Juan y Rouli habían
compuesto hacía ya unos años, y la primer parte conserva la letra original de
Juan, que fue uno de los detonantes conceptuales del disco.
“Monte Erebus” es harto más complejo. Originalmente era un tema que
se llamaba “La flauta loca” y estaba conformado por los dos riffs que se
contraponen en las dos primeras secciones de Erebus, y se desarrollaban en una
improvisación ad eternum, pero sin todas las otras secciones que luego se
agregaron. Supongo que crecer escuchando esas megalíticas composiciones que solían
ocupar toda una cara de un disco de vinilo, como Close to the Edge, o Supper´s
ready, o Echoes, o A
plague of lighthouse keepers, generó en nosotros una patológica necesidad
de componer un tema largo de varias partes. Creo que fui yo quien trajo la idea
de sumar partes a “La flauta”, entrelazándolas para crear una especie de
Frankenstein viviseccionado. Habíamos escuchado el tema In
held twas in i de Procol Harum, y nos llamó la atención como funcionaban
los distintos temas ensamblados conjuntamente. De esa forma, por mucho tiempo,
lo que hoy es “Monte Erebus”, “Buenas noches luna, Adiós sol”, “Al
cielo con crayones” y “Parte VII” formaban parte de un solo track, y el
disco poseería así, junto con el Viajero, tres cortes, siendo el del medio
obsesivamente largo (fue nuestro productor, Fito Norando, quien acertadamente
nos hizo desistir, y sugirió la autonomía de las canciones como finalmente
fueron registradas). Trabajamos durante meses esta idea, componiendo las
distintas secciones, y rescatando antiguas composiciones de Juan y Rouli, como
“Agua linda”, que se convertiría en “Al cielo con crayones”, y también
generando material de cero, como “la conflagración de los ilusos”, que
Rouli y yo empezamos a urdir en su casa en Bariloche; o toda la “Parte VII”,
que nos mantuvo ocupados sumergiéndonos en lo más profundo de nuestras
pesadillas. Todo este tramo central del disco se ocupa de relatar la irrupción
de una gran nube, producto del abuso de ciertos artilugios del hombre, y el
consiguiente escenario distópico, un post-holocausto, no nuclear o ecológico,
sino tal vez espiritual, desde los escenarios de la llegada de la violenta
primavera pastoril al comienzo de Erebus, hasta el paisaje panorámico de muerte
en Parte VII y más allá... Todo esto es contemplado desde la perspectiva de un
niño, a quien se hace referencia recurrentemente, quien sin duda abandonará la
inocencia de los relatos de su abuelo, allá por el viejo mundo, y abrazará la
realidad de las nubes en el cielo.
Por
su parte “Viajero
especial”, el último corte del álbum, fue creo yo,
el más exhaustivo, pero el que produjo a mi entender mayores
satisfacciones. La totalidad del material se compuso de cero, para ser incluido
en el álbum. Sabíamos que luego de la pesadumbre de los temas anteriores tendría
que venir algo que hasta entonces no haya aparecido en el disco; necesitábamos
una música que sea más optimista, y empezamos a mirar con mucho cariño al Yes
de los primeros discos. También sabíamos que sería un tema que hablaría de
una suerte de viaje espacial (de hecho, tuvimos que eliminar una sección que
había traído uno de los chicos, porque era demasiado “similar” a Astral
Traveller…). Comentábamos con respecto al viajero que debería cumplir en
el disco la misma función que cumple Karn
evil 9 en Brain Salad Surgery,
aunque al día de hoy no podemos materializar en palabras dicha función.
Javier: Yo lo veo como un gran epílogo. Tienen en común la
lucha del hombre contra su creación, que de algún modo la pierde cuando la
gana. Y que los dos duran como media hora...
Juan Pablo: Juan y Rouli
compusieron la introducción, y yo les di la melodía de la voz para que vean qué
podían hacer. Cuando nos encontramos en Bariloche en enero de 2014 me
recibieron con una sorpresa: ya habían compuesto el grueso de lo que sería “¿Qué
es lo que me hace amar antes de caminar?”, sección inicial del tema, que
luego se engordaría mucho con las contribuciones de Migue. Durante todo el 2014
le prestamos una particular atención al viajero. Fueron naciendo las distintas
secciones, que prosperaron hasta convertirlo en la pequeña operetta cósmica de media hora que es hoy. Todos fuimos aportando
distintas ideas y fue el tema que más ensayamos antes de poner un pie en el
estudio. Lo presentamos varias veces en vivo antes de grabarlo, aún en una
etapa embrionaria de su desarrollo, recibiendo una respuesta muy alentadora por
parte del público. A mucha gente le llamaba la atención que pudiéramos tocar
una pieza tan larga y con tal magnitud de variaciones - atribuimos el
desconcierto general de la audiencia a la variopinta aparición de situaciones
musicales del viajero, y no a su consideración sobre nuestra capacidad de
memoria -.
Siendo
la conclusión de todo aquello esbozado en el disco, creo que en términos
musicales y conceptuales, el viajero es el tema más “redondo”, por decirlo
así. Lo cual no desmerece para nada a los otros, al contrario, simplemente
pienso que sus distintas secciones se entrelazan con total naturalidad. Esto es
sin duda porque fue pensado en su totalidad, a diferencia de Erebus, cuya virtud
es justamente evidenciar el caos y la calamidad, valiéndose de sus monstruosas
y disímiles partes tormentosamente ensambladas.
Ni
la música de “El cuento de las manos
heladas” está subordinada a la letra, ni el concepto es tal porque haya
una música que se lo permita. Simplemente fuimos construyendo el material que
conforma hoy nuestro disco tomándonos las libertades oportunas, sopesando los
resultados posibles, investigando
los muchos caminos, para así plasmar en poco más de una hora una inquietud,
una visión particular del mundo, construida por cuatro personas, y abierta a
tantas posibilidades de interpretación como oyentes en el universo. Y con
respecto al hermetismo conceptual del Cuento de las manos heladas, en cierta
ocasión recuerdo haberles dicho mis compañeros de Plesio: si este disco tiene
algo así como un concepto, ese debería ser el de nosotros cuatro intentando
componer un disco conceptual.
7.b.- Uds. me disculparán –máxime,
después de la pregunta 4- pero, después de escucharlo, lo asocio y mucho a
“Trespass” de Genesis, sumando otras fuentes (como Jehtro Tull, King
Crimson, etc). ¿Comparten mi asociación o no?
Juan
Pablo: Sí,
totalmente. Trespass es un gran disco,
y fue de mucha influencia. Sin establecer comparaciones tendenciosas, nos
identificábamos mucho con ese primer Genesis, e intentábamos al igual que
ellos dejarnos sorprender en nuestra búsqueda inocente por lo que íbamos
descubriendo. Hay en Trespass un
tratamiento sonoro que nosotros tomamos como escuela, en el manejo de la
superposición de los distintos instrumentos de cuerda y los teclados, en la búsqueda
tímbrica, y en la estructura de las pequeñas suites, con sus muchas secciones.
Hay en ese disco un acercamiento a las canciones como tímido, como en puntas de
pie, con momentos de una construcción minimalista de música de cristal, que
intentamos plasmar también en algunos momentos. El sonido del órgano nos fue
muy influyente, como un sonido de pequeño órgano de iglesia de pueblo, como se
escucha en “White Mountain”. Y un
tema como “The Knife” es un libro
de texto sobre como componer una canción de rock progresivo, por la
contraposición, en forma de ABA, de las partes fuertes con la sección más
respiratoria del medio, que nos fue de tanta ayuda para componer, por ejemplo,
la sección “Brillo nacer” del
viajero.
Javier: Bueno, de hecho mi hermano Nico -que siempre nos
mezcla los temas que grabamos cuando tocamos en vivo- se basa en “The Knife” para hacer la mezcla. Dice que es el sonido más
parecido a nosotros.
Juan
Pablo: Cierto. Y también
lo mismo podríamos decir de muchos otros discos. Los primeros discos de
Genesis, tanto Nursery cryme como
Foxtrot, o los primeros discos de
Crimson (In the court, In the wake, Larks),
o Floyd (More, Saucerful of Secrets, Atom
Heart Mother, Meddle), que constantemente contraponen pasajes de tipo
pastoriles con situaciones violentas y esquizoides. Fueron también de gran
influencia.
Constantemente
nos remitíamos también a “Pawn Hearts” , H to He, The
least we can do, o “Still life”
de Van Der Graaf, o a “Thick as a
brick” y “Passion play” de
Jethro Tull, que nos fueron de mucha ayuda para entender como estructurar los
materiales temáticos que íbamos componiendo, y tuvieron una enseñanza sónica
potente – de hecho en un determinado momento Rouli me dio a conocer las
sesiones de “Chateau D´Isaster”
de Jethro, 1972, que dejaron su marca a fuego en nuestro disco -.
Javier: A mí el sonido de “Al
cielo con crayones” siempre me recuerda a Le Orme.
Juan
Pablo: Aunque cada
uno tiene sus influencias personales y sus preferencias, es cierto que al
escuchar El cuento de las manos heladas
recuerde a determinados discos. Eso es porque más allá del enorme cúmulo de músicas
que fuimos recolectando en el camino (o por las cuales nos hayamos dejado
recolectar), hay un reducido conciliábulo de discos
que nos salvaron la vida.
Javier: De todos modos creo que a nuestra manera logramos algo
bastante original. Como dice Juanpa, muchos de los recursos musicales que
tenemos los sacamos de escuchar esa música y naturalmente los identificamos en
la nuestra. Pero desde el momento de
la composición metemos en nuestra música muchas cosas que son nuestras, ya el
hecho de que hayamos encontrado tantas influencias dice que en realidad lo que
hacemos no se parece del todo a ninguna.
Juan
Pablo: Esa libertad
creativa que encontramos en Plesio, que nos otorga la posibilidad de un
determinado tipo de experimentación musical, se hace extensiva también a
aquello de lo que hablamos en las canciones. Al igual que ocurre con la música,
estamos atravesados por una serie de lecturas, algunas compartidas, otras no,
que conforman nuestras visiones particulares. Y en algún determinado momento,
decidimos, casi a modo de testamento, que el disco era el campo de batalla donde
esas visiones se darían cita.
Desde
el momento en que empezamos a elucubrar las ideas que resultarían en el
anti-concepto del disco, se hacía imposible negar las lecturas que en su
momento pudieran haberles dado origen. Un autor que fue fundamental a modo de
influencia primaria fue Ray Bradbury, debido a la enorme variedad de su universo
de fantasías. Por un lado, la lectura de sus antologías como “Crónicas
marcianas” o algunos cuentos de “Las
Maquinarias de la Alegría”, o “El
hombre ilustrado” nos fueron de gran ayuda a la hora de encontrar un
lenguaje para sumergirnos en el universo del Viajero. Pero al mismo
tiempo libros como El país de octubre
o “El árbol de las brujas”
dejaron su marca en momentos más fantasmagóricos, o simplemente alegóricos,
en Adiós
o en Crayones. La ciencia ficción en general fue importante. No es
lo único que leemos, pero encontrábamos en las inquietudes propias del género
un correlato con aquellas ideas que se iban materializando en las letras. A
todos nos gusta Fundación de Asimov.
Rouli y yo habíamos leído Cita con Rama
de Clarke. Juan y yo habíamos leído Solaris
de Lem. Migue y yo habíamos leído “El
color que cayó del cielo” de
Lovecraft y “2001: Odisea del espacio”
entre otros muchos. Todos estos libros fueron dejando su huella, tanto en El
Viajero y sus temáticas espaciales, como en la formación del mundo
espectral de Monte
Erebus o Parte VII.
Al
estar bastante metido en la elaboración de las letras, hubo una época en la
que caía a los ensayos compositivos de la banda con varios tomitos, en su mayoría
de Bradbury, en los que había subrayado pasajes que consideraba que serían de
gran influencia. Y lo fueron. De hecho, la primer letra definitiva que
elaboramos para el disco, una madrugada del invierno de 2014, fue la de “Brillo nacer” (sección de Viajero especial) en la que,
luego de muchos siglos de oscuridad, los hombres del mundo sumido en tinieblas
ven el amanecer por primera vez, solo para descubrir que ese amanecer es un
artificio, y no es el sol lo que ven subiendo en el cielo oscuro, sino que son
encandilados por el fuego de un cohete. En cierta ocasión le comentaba esta
letra a un amigo, que no pudo más que decir: es extremadamente Bradburyana.
No
solo por sus temáticas espaciales dejó su huella Bradbury, sino que los
universos de pesadillas infantiles y fantasías cumplidas de sus libros ayudaron
a conformar esa visión del niño que tanto buscábamos. También a Juan y a mí
nos había sacudido en su momento un cuento de Mervyn Peake que se llama “Niño
en tinieblas”. Creo que fue después de esa lectura que adoptamos la
figura del niño, como protagonista desamparado y lúdico de los acontecimientos
que desatamos en el disco.
Hay
una convulsa construcción onírica que se plasma fuertemente en “Adiós”,
donde se relata el arrullo del niño, desde la voz de su madre, quien le sugiere
a su niño en brazos, sumergido en sus ensoñaciones entre la oscuridad, la
posibilidad de que tal vez no sea en verdad su madre, sino algún enser de sus
maquinaciones oníricas. Además este momento en particular del disco, donde se
menciona a la mujer árbol sentada en una rata, está inspirado en una pintura
del Bosco, Las tentaciones de San Antonio,
entre cuyas miniaturas macilentas destaca dicha madre.
El
tono distópico de algunos momentos del disco hunde sus entrañas en una visión
más Orwelliana (1984), por ejemplo en
“Al
cielo con crayones”, donde se relata el abandono de los hombres por el
sol perdido, y la adopción de pequeños soles individuales, los cuales, lejos
de brindar aquello que se espera de ellos, según se sugiere, tal vez posean
propiedades telecomunicativas. También el tono distópico bajo la mirada
inocente del niño se hace evidente en la sección “La conflagración de los
ilusos”, que está en parte inspirada por la novela Matadero
5 de Kurt Vonnegut (el niño
desamparado que contempla la ciudad luego de que ha sucumbido el desastre), que
también dejó su marca en “Parte VII”. Algunos otros libros, como la trilogía
de Visiones peligrosas recopilada por
Harlan Ellison, o Más que humano de
Sturgeon, inundaron los distintos episodios que se relatan en el disco, por su
visión retorcida de la sociedad. Muchos de estos libros fueron también
influencias en su momento para la elaboración de discos que consideramos
fundamentales entre nuestros maestros.
Creo
que el tema en el que más abrazamos nuestras influencias literarias fue
“Viajero especial”. Algunos textos clave solidimentaron el tono que fue
adquiriendo la letra; no sólo Bradbury, sino que también ciertos relatos de
ciencia ficción de otros autores fueron fundantes, como “Hacedor
de estrellas” de Olaf Stapledon, o “El
juego de la rata y el dragón” de Cordwainer Smith. Y también,
conformando el excentricismo del Viajero, recurrimos a libros de poesía, como Una
temporada en el infierno de Rimbaud, o Molino
rojo de Jacobo Fijman. Es que el
viajero, siendo el cierre del disco, habla de la reconciliación del hombre con
su propia locura. Al dejarnos influenciar por estos autores le otorgamos a la
letra de repente una autonomía autodestructiva que era lo que estábamos
buscando. No es que fue necesario salir a buscar a estos autores. Yo los había
leído, y era simplemente cuestión de optar qué camino seguir. Considerábamos
que ya se había dicho mucho en lo que a viajes espaciales se refiere. Pero el
abrazamiento de este tipo de autores abría una puerta que no habíamos,
nosotros cuatro, abierto antes a la hora de pensar en la letra de nuestras
canciones.
El
viajero es el tema en el que se concilian, o al menos abandonan sus tinieblas,
los diversos “ejes” temáticos por los que circulan las conceptualizaciones
del disco, con todo y sus sucesivos descarrilamientos. Después de todo, al
haber gozado el disco, tanto en la música como en la letra, de un aporte
colectivo, de una construcción democrática, es de entender que pugnen más de
una forma de comprender la realidad a la hora de sobrevolar las letras, aunque
sea de manera fugaz y distendida, por ciertas zonas oscuras y profundas de
nuestra forma de ver el mundo. Dichos ejes, reales o no, surgen a partir de un
análisis a posteriori de la obra. No
es que se haya pensado así el disco desde su conceptualización. Pero la
pluralidad de acontecimientos narrados, y la gran cantidad de afluentes
conceptuales que fue adoptando el disco, permiten, a modo de interpretación
alevosamente libre, comprender la letra como atravesada por determinados ejes
conceptuales, que debaten entre ellos, sin que realmente se tome partido por
ninguno. Hay un eje naturalista, una visión que surge como búsqueda de un
mundo perdido, en el viejo mundo, y que deja su huella a lo largo de todo el
disco. Hay otro eje deudor de una visión cientificista, o racionalista, del
abuso de la técnica y del mundo como inteligible por las facultades humanas.
Hay un tercer eje conceptual que es el del elemento místico, que irrumpe con su
voz a veces dominical, a veces misteriosa, al cuestionar la naturaleza
providencial de los acontecimientos. Estas distintas formas de comprender la
realidad de lo narrado se discurren y se enredan entre ellas sofocándose
mutuamente a lo largo de todo el disco, nunca dejando a una ser la voz
predominante. Ahora bien, por más que sea sugerida en ciertos momentos (en Adiós,
o en Parte VII, o en la sección “Vendrán lluvias más suaves” entre
otros), es en el viajero donde la locura hace su intromisión, como una forma más
del conocimiento humano, frente a los misterios de la existencia. El tema “Viajero
Especial” relata la lucha desesperada de un individuo por no caer en
la locura, para al final, al momento de su muerte, abrazar su locura como la
panacea universal. La locura aparece como un elemento que pone en sintonía a
los otros ejes en cuestión. Y es al final del viajero donde estos elementos
tienen su batalla final. “Caminando hasta el sol, hago girar molinos” dice
el lunático que se acerca a su muerte en lo más profundo del espacio, de cara
al sol. Y “¿Tomarás al final mi mano en la fría arboleda?” son sus
palabras de consuelo, arrojadas hacia un posible creador. El disco concluye con
la máxima “Y así los gusanos devoran mi carne, yo soy su universo y me
llaman el sol…”, como un lamento final, de alguien que ríe frenéticamente
luego de comprender algún tipo de relevante verdad; el lunático que ha
comprendido que de la vida nada podemos conocer realmente. Que aquella idea del
creador a la que se aferra es tan absurda como el hecho de que los gusanos que
devorarán sus despojos humanos terrenales, al habitar su cuerpo maltrecho y
siendo el único universo que conocen, lo verán como Dios, o como la totalidad
del Universo, y lo llamarán El sol. Como si hubiera distintos estadios de
existencia. Como si la surrealista tapa de Ummagumma de Floyd fuera la reducción zodiacal de algún tipo de
verdad universal sobre la existencia, la vida y la muerte, que simplemente se
devoran la una a la otra infinitamente.
De
todas formas nunca nos tomamos la letra demasiado en serio. Creo que no queríamos
caer en la solemnidad típica a la cual estamos habituados en este tipo de música.
Por eso subyace en la letra a lo largo de todo el disco una buena cuota de humor
-vale destacar, el diario interno que conforma el arte de tapa de “Thick
as a Brick” fue una de las influencias literarias más fuertes-, lo cual
nos permitía plantear escenarios conceptuales de un apabullante sentido de la
maravilla, bajo nuestra óptica al menos, pero sin nunca tomárnoslo demasiado
en serio. Pero -de una forma u otra- un corolario de lecturas previas ha
moldeado una serie de inquietudes que nos llevó a pensar en “El
cuento de las manos heladas”, y nos acompañaron a lo largo de todo el
camino.
7.d.- ¿Hubo músicos invitados
o la banda se ocupó de tocar y cantar todo?
Javier: Tuvimos un invitado, Dimitri Siminovich, que tocó las
flautas dulces en el primer tema, “Viejo mundo”. Un genio, no lo conocíamos
de antes pero se aprendió ahí mismo el tema y en dos tomas se grabó todas las
flautas que quedaron. Y Nico, mi hermano, nos ayudó un montón con comentarios
e ideas sobre el sonido y las composiciones.
7.e.- ¿Qué nos pueden decir
acerca del arte de tapa y gráfica en general?
Miguel: Fue un proceso colectivo, como casi todo lo que
hacemos. Lo primero que hicimos fue contratar a Mateo Barbuzzi, un amigo de
Bariloche, para que de una mano con algunas cuestiones plásticas que no
manejamos. Después resultó ser que todos queríamos involucrarnos mucho, así
que por momentos se tornó caótico. De alguna manera, llegamos a lo que es hoy
la tapa, fue un proceso sorpresivo y azaroso. En el momento en que llegamos a la
que sería la definitiva, la de los caminantes con el fondo espacial-psicodélico,
nos encantó a todos, aunque en el medio hubo muchísimas otras que descartamos.
Desde
el principio teníamos la idea de que sea un collage, y que recupere algo de las
esencias de los discos clásicos de los 70s. Eso que no sabés que es pero que
te provoca una sensación rara y te hace reflexionar, el estar frente a una obra
de arte. También teníamos interés en el arte visual de las revistas y comics
de ciencia ficción de los 40s, 50s, y en películas como Solaris
y 2001, entre otras cosas, que hacían explotar nuestra imaginación.
Javier: Todavía no, aunque ya tocamos todos los temas en vivo
alguna vez. Bueno, todos menos el “Viejo
Mundo”. El año pasado tocamos dos veces, la primera, en Junio, estuvo
buena porque tocamos La Flauta como la habíamos pensado originalmente: los
cuatro temas del medio del disco unidos,
más de media hora al hilo. Y en la última mostramos Monte Erebus y el
Viajero, que acaso son los temas principales del disco, en su versión
final. Esa fecha fue increíble, tocamos muy prolijo y a la gente le gustó
mucho. A la semana siguiente publicamos el disco.
8.- ¿Qué podemos encontrar en
un show de Plesiosaurio?
Javier: Es música que demanda bastante atención, tanto para
los que escuchan como para nosotros, durante un tiempo largo, y eso creo que
cada vez lo estamos logrando más. La última vez todo el mundo se quedó en
silencio la media hora que duraba un tema, es muy lindo tocar así.
Después,
en general, Plesiosaurio es una banda de tocar las cosas muy ensayadas; aunque
en vivo hacemos improvisaciones, están bastante pautadas.
Miguel: Es muy importante el momento en que dejamos de tocar
de repente y vemos que todos están muy enfrascados en la música. No es como un
concierto de rock donde tenés temas pautados de una duración máxima de 4
minutos. Tampoco es música clásica donde hay momentos donde se pueden aplaudir
y momentos donde no… Hay gente que aplaude en el medio de los temas (en las
transiciones), o que nos grita y nos piden temas. Lo nuestro son shows que o
bien te requieren concentración de principio a fin, o simplemente dejarte
llevar y disfrutar del viaje.
Javier: Y también,
siempre tratamos de grabar todas las presentaciones
que hacemos, así que en Internet hay un registro bastante completo con los
videos. Javi de Azkue viene haciendo un trabajo increíble con eso. Y varias de
las versiones en vivo valen la pena escuchar, es gracioso porque se ve nuestra
manía de volver y volver sobre la composición de los temas, algunos fueron
cambiando mucho a lo largo del tiempo.
9.- La base de operaciones es
la Ciudad de Bariloche pero… ¿Han tenido la oportunidad de tocar más allá
de la Provincia de Río Negro? [N. de R.: Es el Estado Provincial Argentino
donde se ubica geográficamente dicha ciudad].
Javier: Bueno, la verdad es que en vivo siempre tocamos en
Buenos Aires. Mantenemos una relación bastante fuerte con Bariloche, vamos
todos los años y parte importante de las composiciones las hicimos ahí. Es un
lugar muy inspirador. Pero en
general, el trabajo de ensayo y las presentaciones es todo en Buenos Aires.
10.- Por último: ¿Cuáles son
sus planes a corto, mediano y largo plazo?
Juan
Pablo: En principio,
tenemos ganas de salir a tocar. Este último año tuvimos muy buenas
experiencias en los conciertos, y luego de una grabación que nos mantuvo
ocupados varios meses, sería bueno salir de la clausura del estudio de grabación
para respirar el aire del under porteño. Una vez retomados los ensayos, la
consigna será la de revisitar los temas de nuestro antiguo repertorio (“La Voluntad de Neptuno”, “El niño del bosque”, entre otros),
y a su vez, continuar moldeando las versiones en vivo de los temas del álbum.
Al
mismo tiempo, si nos permitiéramos ser más optimistas, nos sentaríamos de
nuevo a componer. Hay muchas ideas nuevas en el tintero; y, considerando que el
proceso de composición del material del álbum se remonta a mediados de 2013,
bueno, digamos que la composición de nuevo material, fruto del constante
brainstorming colectivo, es casi un estado natural para nosotros.
Creo
que mirando hacia atrás veo que pudimos salir caminando luego de nadar en las
pantanosas aguas de El cuento de las manos
heladas. Fue un proceso que por momentos se nos hizo un poco cuesta arriba,
pero estamos muy contentos con los resultados, y nos llevamos muchas enseñanzas.
Y sin embargo no puedo dejar de pensar que, en lo que respecta a futuras
composiciones, debemos tomar caminos diametralmente opuestos. Hay más de una
batalla ganada en el proceso de grabación del disco, y hay muchos elementos que
hemos construido que deben ser profundizados. Pero al mismo tiempo, a lo largo
del proceso, en nuestra búsqueda de una mínima trascendencia, despertamos
algunos monstruos cuya existencia desconocíamos, y algunas puertas se empezaron
a abrir, y el ánimo general fue el de continuar con nuestra búsqueda ignorando
las más de las veces el desfile de elefantes en la habitación. Creo que este
primer disco nos sirvió para desarrollar un lenguaje propio, a partir de la
asimilación de una enorme panoplia de recursos y sonoridades que nos moldearon,
y de los cuales, voluntariamente o
no, fuimos lentamente dando cuenta. El camino próximo es a mi entender el de
una inmersión más violenta, hacia adentro, hacia terrenos menos explorados por
nosotros.
Luego
de la grabación del disco fuimos revelándonos mutuamente distintas
composiciones que teníamos en el tintero. Y aunque algunas de ellas son
producto de una profundización de ciertos lenguajes elucubrados en el disco,
también otras parecen tomar caminos distintos, y parecen beber, algunas de
ellas, de influencias que fuimos adquiriendo a lo largo del proceso de grabación,
en algunos casos de la mano de Fito, nuestro productor, quien nos acercó a
mucha música (algunos exponentes de jazz en la actualidad, o bandas de rock que
no conocíamos, así como otras músicas de
clasificación aún más cuestionable); o bien son fruto de nuestras
incursiones particulares, que se remontan a años atrás. Yo me aparecí un día
con una canción, inspirada en mis sucesivas escuchas de algunas bandas actuales
como Temples, y Rouli nos mostró una extensa composición en piano que está
tremenda, y trae a la mesa un montón de elementos nuevos. Migue y Juan también
nos acercaron algunas composiciones, algunas muy extrañas, que podrían llegar
a ser un buen punto de partida para iniciar otro viaje. Si hablamos de tomar
caminos diametralmente opuestos a la hora de encarar nuevos horizontes fonográficos,
algo que veníamos esbozando era la idea de hacer otra grabación, que registre
de una vez y por todas nuestros temas que no fueron incluidos en el disco
(porque habríamos terminado con un disco triple en nuestras manos), adaptadas
sus sonoridades a nuestras inquietudes actuales, y a su vez hacer frente a las
nuevas composiciones que esperan ser dotadas de vida, con la particularidad de
que el material no se registraría de la forma convencional en la que se graba
un disco en la actualidad, sino a partir de tomas enteramente en vivo, generando
un álbum de estudio que sea un registro fiel de lo que la banda es capaz de
hacer tocando en vivo. Creo que un enfoque fonográfico de tales magnitudes, que
responde más a la tradición jazzística que al rock de las últimas décadas,
nos nutrirá de un espíritu de experimentación sonora nuevo para nosotros,
resucitando tal vez, en borrón y
cuenta nueva, la iniciativa del Pink Floyd pre-Dark
side of the moon, de quienes se decía que no componían necesariamente
canciones, sino sonidos.
Es
que lo que nos inspira es el rock progresivo. Pero no entendido como un género
momificado, del cual no puede esperarse más de lo que ya nos ha sido dado en
tiempos remotos, sino la progresividad en el rock entendida como una tendencia
hacia la experimentación, tomar aliento y sumergirse en un bosque del que nadie
ha salido aún. En otra ocasión comentaba, dese mi humilde opinión, que no hay
grandes vanguardias visibles en la actualidad (salvando maravillosas
excepcionalidades, que aún así, lamentablemente, no conformarían una
vanguardia contestataria) como las hubo en los años de producción de las músicas
que construyeron nuestros sistemas de valores. Y tal vez sea la consigna de
nuestra época la del hedonismo en el arte y en la vida, lo cual no está mal,
pero está lejos de ser lo que nos inspira y lo que nos interesa. Es por eso que
las luchas actuales en el arte deben hacerse en solitario, desde el más
absoluto anonimato. Y es la búsqueda de un sonido propio y la experimentación
colosal lo que nos mueve a hacer lo que hacemos, sin asesinar del todo a
nuestras influencias primarias que tanto nos han dado, aunque sin temor a quemar
nuestras propias naves de vez en cuando. Para nosotros Plesiosaurio es una
excusa, un patio de juegos, donde podemos hacer básicamente lo que queramos.
Miguel: Con lo dicho por Juan Pablo basta (risas). Esos son
nuestros planes por ahora.
Muchas Gracias Plesiosaurio!
Hugo
Lagar
Desde
El Lado Sur Del Cielo
Febrero
4 Del 2016.