“Temporada de LLuvias”

Aldo Pinelli

Independiente - 2012

Por Hugo Lagar

Repertorio: 1. Temporada de LLuvias; 2. Observando por sobre los Charcos; 3. Pasaje Siete; 4. Mujer con Paraguas (con la cara mojada); 5. Avenidas Invernales; 6. Estudio 4; 7. Los que Nadan; 8. La Primavera que llegó después (Danza); 9. Báltico; 10. Sorpresa de Agua; 11. Si la Lluvia pudiese; 12. Arroyos Desbordados: Los techos de las casas de los pobres; 13. Llueve sobre el Mar; 14. Una casa de Té en Gaiman; 15. La Lluvia Habla; y 16. La Cumbre, un pueblo entre las Sierras. (*) Todos los temas compuestos, arreglados y producidos por A. Pinelli

Músicos: Aldo Pinelli (Guitarras clásica, acústica y eléctrica – Bajo – Percusión - Teclados y Voces); Paula Dolcera (Flauta Traversa y Cello); Elizabeth Minervini (Piano) y Silvia Pratolongo (Windchimes). Músico Invitado: Roberto Sambrizzi (Batería).

Edición: Htt 009, 30 de Noviembre del 2012.

 

“Temporada de Lluvias” es cuarto álbum en estudio de la carrera solista de Aldo y con él se nos conduce hacia un cambio de orientación musical respecto a su pasado. De pronto, la estética misma de su arte de tapa y diseño -de notables tonalidades en escala de grises, de blancos a negros- es premonitoria, si la comparamos con la trilogía discográfica predecesora. Y, al escucharlo, uno percibe que el cambio no es tan abrupto ya que tanto las primeras composiciones como la instrumentación es la misma de siempre; sólo que ciertas características célticas, étnicas, épicas e impronta de la naturaleza ceden su lugar en aras de una inspiración mucho más melancólica, experimental, por momentos oscura y la incorporación de nuevos recursos, tales como: el co-protagonismo de pianos y teclados, junto a la guitarra (especialmente, la acústica), aires de tango por vía de programación de teclados [para los tracks 2, 7, 12] y acompañamiento de guitarra eléctrica con efectos [en varios Tracks]; y hasta contando con el hecho inédito de escuchar una banda de rock en pleno [con “Avenidas Invernales” como paradigma], destacando a Roberto Sambrizzi en batería [en Tracks 5, 7, 10, 12 y 16] y las varias interacciones que se dan en la ejecución del cello e instrumentos mencionados [Tracks 1, 2, 5,10 y 15]. Hay cuasi-invariabilidad de los medios de expresión (instrumentales y vocales) mientras que es el enfoque conceptual y musical el cambio que se nos propone: en principio surge evidente que la lluvia -como bien puede sugerir el título del álbum- es el concepto que “transversaliza” a través de la obra (ya sea ambientalmente acompañando en varias piezas, ó con “windchimes”); pero un análisis mucho más profundo permite afirmar que es el “agua”, como metáfora y en todas sus dimensiones (nadar en el mar, mujer con paraguas, la lluvia, las lágrimas, la cara mojada, charcos, arroyos desbordados, lagos, deshielos, “un barco va”, etc.), el concepto. Ello, en un contexto estilístico musical mucho más new age que lo apenas insinuado en la trilogía discográfica inicial; al cual contribuye y mucho predominio de ambientes y atmósferas “enrarecidas” generados principalmente por los teclados, que se “entrelazan” con otros instrumentos [el inicial y homónimo “Temporada de Lluvias” –con guitarra clásica, cello y percusión-, “Báltico” –incluyendo un breve fragmento de guitarra eléctrica con efectos-, la segunda parte –instrumental- de “Si la Lluvia pudiese”  y “Llueve sobre el Mar” constituyen claros ejemplo de ello].

Un dato no menor es el cada vez más presente aroma a tango que asoma en los emprendimientos de Pinelli. No escapa a mi memoria auditiva el hecho que la versión de “Juego de Niña”, de los italianos Le Orme y que consta como bonus track en “Tratando de Respirar en la Furia” [Hábitat, 2010] es el pariente cercano de esta maravilla que para mí es “Los que nadan”. Canción a capella, en su primer estrofa, y solo acompañada en su segunda por un bandoneón procesado a través de un sintetizador, para luego dar paso a un puente experimental -de guitarra, bajo, batería y teclado-, concluyendo el canto de las dos estrofas finales de la misma manera que lo hizo en la segunda. Puede trazarse un cierto paralelo con “Tema para Universo Limbo” [álbum “Puente”, Hábitat, 2006], por aquello de amalgamar el tango y el folklore en dicha ocasión. Hay en Pinelli una cierta búsqueda, a través de los años, que da muestra de incorporar a su repertorio nuestros géneros musicales. Lo hizo con los temas ya citados pero saca aún más punta al lápiz en este álbum, cuando nos ofrece el instrumental “Observando por sobre los charcos” (un título bien de las calles de empedrado en Buenos Aires), seguido por “Los que nadan” y culminando la zaga -en cierta forma- con una cruza “tango-new age”, titulada “Arroyos desbordados: Los techos de las casas de los pobres”. Quizás logre capturar mayor interés por esta zaga, conociendo la predilección que por el tango se tiene en el exterior.

Aún así, aclaro que pueden hallarse ciertos elementos típicos de su trayectoria en esta entrega discográfica: la mujer; prosecución de los “Pasajes” (vamos por el séptimo), “Danzas” (“La Primavera que llegó después”) y “Estudios” (Nº 4); la misma formación de cuarteto (ver Músicos) pero cobra ya una mayor presencia la guitarra eléctrica, el bajo y la batería, si lo comparamos con “La Era de Melania” (tercer álbum, 2011); y el rol sutil, refinado, que la percusión cumple en estas producciones. Reminiscencias del folk y del celta aún se escuchan, pero a cuenta gotas y con la flauta como instrumento identificador [“La Primera que llegó después” y obviamente en geográficamente referenciales temas de “Una casa de Té en Gaiman” y “La Cumbre, un pueblo entre las Sierras”, como más destacadas]. Y, de momento, vayan olvidándose de las acostumbradas referencias a Steve Hackett y Anthony Phillips –no así con Mr. Robert Fripp- porque están guardados en el “Baúl” por un tiempo… un tiempo que Aldo Pinelli decidirá.

Lo llamaremos “cambio de orientación”, “evolución”… pero la idea de arte sigue allí. La personalidad musical de Pinelli también, sólo que se permitió un cambio de aire esta vez. Es sano hacerlo y verlo desarrollarse en esta obra, donde su conocida formación musical en guitarra y vocación multi-instrumentista comparte equilibrado espacio con los teclados ya desde la composición en sí misma del álbum. Precisamente por ello –pianos, teclados y guitarras acústicas constituyen la base a partir de la cual se van incorporando los demás instrumentos- es que podemos clasificarlo más dentro del estilo “new age” por sobre otros. “Algunas cosas nunca cambian”: la banda de apoyo sigue siendo la misma (Paula Dolcera, Elizabeth Minnervini y Silvia Pratolongo), el invitado (Roberto Sambrizzi) también; y la forma de ofrecer diseño de edición tampoco ha variado [estética cuidada, información de su discografía personal y con Hábitat, ficha técnica, foto personal en la contratapa interna, y traducción al inglés del repertorio en contratapa propiamente dicha. Siempre me gustó el arte de tapa de los álbumes de Aldo Pinelli (las pinturas de Oscar Bitz), con la humanidad como característica, pero esta vez mucho más puesto que –sin abandonar la mencionada nota esencial- nos propone el desafío del arte fotográfico, con una pintoresca toma en una casa de estilo inglés de Mar del Plata.

Sin dudas, “Temporada…” va a erigirse como un hito artístico por el golpe de timón (para situarme a tono con el concepto) que su propuesta musical representa pero no va a defraudar a sus seguidores, porque es honesta y necesaria. Hasta afirmaría que es probable que sume más auditorio a la carrera solista de Pinelli. Habrá que ver si es sólo una etapa o el “inicio” de una nueva etapa, cuyo concepto se extenderá por los próximos años. Sólo el tiempo lo dirá.

Burzaco, 8 de Diciembre del 2012.

 

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Hugo Lagar